Comercio de Pieles

Desde hace algún tiempo está de moda salvar especies en peligro de extinción, así­ como la lucha contra la crueldad hacia los animales. Y la causa no es, en absoluto, vaga y exenta de contenido, ya que, desgraciadamente, son muchas las especies que han desaparecido bajo la mano del hombre. Las causas de la muerte masiva de ciertas especies de animales son sobradamente conocidas: la matanza de focas y ballenas, la caza irresponsable e indiscriminada, el comercio de pieles y animales, la destrucción de nidos, la perturbación de las zonas de apareamiento y un largo etc. La comercialización de animales y de sus pieles merece un capí­tulo aparte, pues es uno de los temas que más publicidad arrastra y que más polémicas ha desatado.

Detrás de la fabricación de un abrigo de piel se esconden cifras escandalosas para unos y necesarias para otros. "Cada año 20 millones de animales son capturados con trampas y 40 millones son criados en granjas para un lujo innecesario", según asegura ADDA, una asociación dedicada a la defensa y protección de los animales. Además, "para hacer un sólo abrigo de un animal en concreto, se sacrifican unos 60 visones, 20 zorros, 8 lobos, 20 nutrias, 200 chinchillas, 20 linces, 8 perros, 30 gatos, además de muchos otros que caen en las trampas y no se utilizan, como ovejas, aves, gatos, perros...", según datos publicados por la Asociación de Defensa del Animal.

Estas cifras no coinciden con las que maneja la industria peletera, pues hay algunos datos que hay que matizar. "Para hacer un abrigo de chinchillas seguramente se necesitarán unas 60. Lo que sucede es que cuando son animales salvajes, para igualar la piel para hacer un abrigo a lo mejor se necesitan 400 pieles, lo que pasa es que los animales de granja son iguales, son del mismo tono, o sea que si se va a hacer un abrigo se clasifican las pieles y no se matan más de los necesarios", explica A. Arnal, representante peletero. Es en este punto cuando surgen algunas dudas, ¿qué sucede entonces con la caza de animales salvajes? A este respecto, Arnal argumenta que "hay zonas, como en Canadá, donde el visón es salvaje, pero no es lo usual, normalmente no se matan animales salvajes para hacer prendas de vestir porque es carí­simo y, además, las autoridades están protegiendo a todos estos animales. Si hay animales de granja se usan éstos, pero siempre hay caprichosas que quieren un abrigo de pieles salvajes y entonces sí­ que se hacen, pero no es la norma general. En estos sitios se siguen matando los visones, que no son animales protegidos".

No obstante, la opinión de las asociaciones que defienden a los animales dista mucho de la de los peleteros. "Los peleteros tienen que justificarse de algún modo y sólo faltarí­a que tuvieran animales en peligro de extinción. El problema es que nosotros no entendemos los animales como especie, sino como individuo. Evidentemente, es importante la especie porque es el patrimonio natural de la Tierra y es importante conservarlas, pero en el momento en que una especie, aunque no esté en peligro de extinción, sufre, nos movemos porque estos hechos nos alertan. Nos movemos por el hecho de que sufran", asegura Nuria Querol, bióloga y voluntaria de la asociación ADDA para la defensa de los animales. El principal argumento que esgrimen los peleteros, en defensa de su negocio, es que los animales que se crí­an en granjas con este fin son iguales a los que se crí­an para el alimento de las personas. Por su parte, los defensores de los animales arguyen que no sólo se trata del fin, sino también de los medios para hacerlo.

Crí­a en granjas

La vida de los animales que se crí­an en granjas para la posterior explotación de sus pieles se aleja mucho de lo que se podrí­a considerar una vida digna. Minúsculas jaulas albergan animales acostumbrados a vivir en plena libertad. "Los animales en las granjas están totalmente hacinados. Hay diferentes maneras de sacrificarlos, por ejemplo con monóxido de carbono, o sea, por asfixia, lo que supone una muerte muy lenta y muy estresante para el animal, también por electrocución, les ponen un electrodo en la boca y otro en el ano y activan una descarga eléctrica, etc. El objetivo final es matarlo de manera que no se estropee la piel", explica Nuria Querol, quien añade que "es éticamente inaceptable que se sacrifiquen animales para hacer abrigos de pieles y las condiciones en las que viven en las granjas. No se tiene en cuenta la ética ni tampoco al animal, lo que cuenta es el mercado y punto, y eso es inaceptable porque se está tratando con seres vivos, no con objetos".

Por su parte, A. Arnal expone que "la peleterí­a no supone ningún peligro para los animales. Los animales utilizados para ello son igual que el cordero, por ejemplo. í‰ste se mata por la carne, por la lana y por la piel. Es decir que luego se aprovecha esa piel para hacer chaquetas… pero no se mata al cordero para lograr la piel y hacer prendas de vestir, ya que el primer producto del cordero es la carne. Estos otros animales los crí­an porque la carne no vale para nada, los crí­an para peleterí­a, pero no quiere decir que esté mal porque los cuidan. Es igual que el que pesca y vende el pescado para comérselo". Arnal también explica que de los animales sacrificados no sólo se utiliza la piel, "por ejemplo, del visón se hacen otras prendas de derivados de visón, que son las patas, las manos, las colas, las nucas, etc. Todo se aprovecha, se hacen unas mantas, que son lo que llamamos 'bodies', y una vez cosido todo se hace una prenda. Se aprovecha todo, la carne la aprovechan para piensos o para abonos".

No obstante, no deja de haber casos llamativos por su crueldad. Por ejemplo, en el caso del astrakán (ovejas de Afganistán) los abrigos se fabrican con la piel de las crí­as de sólo dos dí­as. Para fabricar un abrigo de astrakán se necesitan 35 ejemplares, con lo que en un año la industria peletera sacrifica más de 30 millones de corderos, según datos de las asociaciones que defienden los animales. Volviendo a las granjas, las asociaciones ecologistas explican que el estrés del cautiverio les vuelve locos y suelen autolesionarse y comerse a sus propias crí­as. No obstante, A. Arnal asegura que "a los animales para peleterí­a criados en las granjas los cuidan, les dan de comer y los tienen en condiciones óptimas. Luego es como cualquier otro animal, los matan; tienen su fin que es para lo que los están cuidando".

Paula Bueno

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